Viñedos en Líbano









Por Sommelier Carolina Díaz

Instagram: carolina.diaz.sommelier


En el Líbano una tierra cargada de historia y vocación, pero también de convulsión; surge un terroir único que otorga vitis vinífera y que se ha formado en siglos de tradición fenicia.

Más de 5000 años hay que referir en el entendimiento de una cultura que sentó las bases de la vinificación y de la expansión del vino en el resto del mundo, pero a pesar del tiempo y de muy distintas bases sociales, políticas y religiosas, es necesario decir que cada civilización dejó su legado y que la suma de ellos resulta en la actual cultura vitivinícola de Líbano.

De una gastronomía vasta, que sin duda, también es antecesora de todo lo que en el mediterráneo floreció y heredó hasta encontrar la actualidad; la tradición del mezze libanés recuerda que compartir siempre será el fundamento de una buena convivencia.

De variados colores, sabores y aromas, es rico pensar en tabuleh, hummus, labne y hasta maamoul; que nacen en el seno familiar de la creación de las manos de las mujeres libanesas, esas mismas que son las encargadas de cosechar la vid en algunas bodegas de tradición.


Viñedo en Líbano


Monte Líbano, Zahle y el Valle de la Bekaa han sido desde siempre prolíficas tierras para el cultivo de la vid, sin embargo, el paso de los acontecimientos ha hecho lo suyo en un devenir de circunstancias, hasta que en el año 1857 a través de órdenes religiosas jesuitas se comienza la escritura de una página constante en la historia que se plasma en 30.000 hectáreas de cepas y se corona con vino.

En el corazón del Valle de la Bekaa se albergan viñedos de altura, con un suelo arcillo calcáreo y un clima mediterráneo que sirve de majestuoso escenario de 50 bodegas.

Chateau Kefraya, que desde lo convulso de una guerra civil, apostó por el tesoro escondido entre las vides, lo pulió con el esfuerzo de generaciones hasta convertirlo en herencia y futuro.

Vinos que reflejan el terroir, desde monovarietales hasta excepcionales mezclas que engrandecen el resultado, elixires que suman potencial con el paso innegable del tiempo en barricas de roble francés y ahora, haciendo remembranza fenicia, en vasijas de arcilla.




Sin duda, cada vino es una historia, pero tener el placer de apreciar el vino del Líbano es más que eso, es seducción en copa de una cultura de resiliencia, templanza y dedicación.

Admiración y respeto es lo que se puede catar, pues quién tiene la fortuna de contar con la amistad de un libanés, tendrá siempre la buenaventura de la nobleza del ser.



Sobre Carolina Díaz: Sommelier profesional egresada del programa de la Asociación de Sommeliers Mexicanos. Sommelier para importadoras de vino y experta en experiencias gastronómicas en Mérida Yucatán.



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