Bodegas Raymond: creación de excepcionales vinos
californianos bajo la filosofía biodinámica



Por Sandra Buch
Instagram: sandrabuchbarris


California, igual que sus vinos, es una tierra de contrastes, paisajes diversos. Podemos encontrar vinos frescos pero a la vez cremosos, como los Chardonnay; u otros ligeramente potentes, afrutados, con presencia de barrica, como sus Cabernet Sauvignon

Después de ocho años viviendo en México, finalmente tuve la oportunidad de visitar los viñedos de Santa Helena, en California.  

Iba a ser un fin de semana, debía aprovechar para visitar, probar, conocer, y sobretodo poder comprobar, in situ, porqué el auge de esta zona después del controvertido Juicio de París, llevado a cabo el 24 de mayo de 1976 por Steven Spurrier en la terraza del Hotel Intercontinental de París. Fue el momento en el que los grandes desconocidos vinos de California  ganaron a ciegas a Cabernet Sauvignon de Burdeos y Chardonnay de la zona de Borgoña, creando un parteaguas en el mundo de la viticultura. 

La visita empezó con una larga espera en la entrada a inmigración en el aeropuerto de San Francisco. Después del sello, encontrar las maletas, pasar por el coche rentado, tomar un ligero tentempié, y con una gran sonrisa empezar el camino hasta Sonoma. Dejábamos atrás San Francisco, y mientras cruzábamos el imponente Golden Gate, la calma del mar, ayudaba a ir relajándonos del viaje. La ilusión de un fin de semana vinícola  auguraba la mayor de las experiencias. 

La llegada a California fue un poco sorpresiva. Esperaba un paisaje verde, repleto de viñedos; con uvas empezando el envero, el cambio de color de la uva, primer indicativo que la vendimia ya está a punto de iniciar. Sin embargo nos encontramos un paisaje ligeramente montañoso, un poco seco, con algunos viñedos esparcidos. Carmen, uno de mis acompañantes, muy amablemente explicó que California está compuesto por tres valles muy diferentes, y que a medida que nos fuéramos adentrando a Sonoma, podría disfrutar de la vista que imaginaba. Seguimos la carretera y poco a poco, el paisaje se fue llenando de verde, con extensiones de viñedo; uvas de todas formas, alguna de grano pequeño, otras más grandes; algunas muy verdes, otras ya empezando el envero.

Las bodegas en California, especialmente Santa Helena, están preparadas para diferentes tipos de tours enológicos; terminando con una cata en alguna de sus terrazas. Esto último permite relajarte, saboreando una copa de vino blanco, seguramente Chardonnay; dejando que cada sorbo te relaje, te transporte a aromas de mantequilla, levadura, algún cítrico; para finalmente olvidarte de todo y perder tu mirada a través de los viñedos

Una de las visitas más esperadas estaba agendada para el domingo 28 de julio en la mañana, justo el día de la partida. Llegamos puntuales a la cita; nos recibió nuestra anfitriona, la Sommelier Rebecca Fletcher, quien muy amablemente nos llevó a la sala de catas. Mientras nos sirve un Sauvignon Blanc fresco, apetecible, nos muestra el cuadro que representa la llegada de la familia Raymond a Napa en 1933; una California que se estaba creando, con clara influencia de Europa y un estilo de vino por definir. Clara muestra es que en el cuadro, se pueden apreciar espumosos, botellas tipo Rhin, borgoña, magnum. 

Fletcher explica que Raymond estuvo trabajando en la Bodega Beringer hasta 1970; momento en que decide con sus dos hijos comprar tierras y crear su propia marca, en Rutherford. Su primer vino se produjo en 1974. Cinco generaciones después; la bodega forma parte del imperio Boisset, que en 2009 adquirió la propiedad. Con la entrada del actual presidente cambia la orientación de los viñedos, convirtiéndolos en agricultura biodinámica y haciendo que la visita sea una experiencia totalmente sensorial

Entrada al jardín biodinámico

Vista de los viñedos

Ejemplos de tipos de suelo y reconocimientos de la bodega Raymond

Pasillo de los aromas

Copa de vino en mano, empieza el recorrido por la bodega; iniciando por el jardín. Una puerta con dos cortinas nos anuncia que nos adentramos al teatro de la naturaleza: lavanda, hinojo, tomillo, frutas, verduras, vides; todo bajo la agricultura biodinámica, para respetar el ciclo natural de la tierra, sin uso de componentes químicos y siguiendo el ciclo lunar, encargado de señalar el momento óptimo para cada nuevo periodo en el viñedo.

Todavía impregnados con el aroma a flores y hierbas aromáticas; nos disponemos a visitar la zona habilitada para las visitas VIP de la bodega. Un comedor blanco nos recibe bajo la sombra de grandes árboles, con vista a una maravillosa alberca que hace te imagines disfrutando de una buena nadada después de un día caluroso en el viñedo.

Sin tiempo de que nos relajemos demasiado; mientras nos va contando de la expansión de la bodega, Fletcher nos invita a entrar a las instalaciones. Nos reciben grandes tanques de acero inoxidable; lo primero que sorprende son los colores: verde, fucsia, ligeramente en penumbra; maniquíes simulando trapecistas entre los tanques; imagen que hace prever que no será nada convencional. Al escuchar la voz de la sommelier mientras va contando los vinos de la línea Raymond, me dejo perder entre los tanques y casi sin darme cuenta estoy con una mano en uno de ellos. Cierro los ojos, aspiro el ambiente y por un momento me dejo embriagar por el aroma que se percibe a vino.

Gama de vinos de Bodegas Raymond

Salón Rojo

Visita a Bodegas Raymond


Sigue el recorrido por una sala donde los visitantes son enólogos por un día. Realizan la mezcla del que será su propio vino; embotellarán, encorcharán e incluso diseñarán su propia etiqueta personalizada. Seguimos por una sala con barricas que alberga parte de una exposición de la colección Boisset; compuesta de diferentes estilos de decantador, la mayoría elaborados de Baccarat; joyas, copas, y un maravilloso libro tapizado en terciopelo rojo que reza el nombre: Alquimia de los sentidos. De nuevo nos llenan las copas, ya es hora de probar alguno de sus Cabernet Sauvignon, quienes han dado fama a la etiqueta. Sigue nuestra visita por el pasillo de los aromas; recibiéndonos recipientes que simulan uvas, con un rociador que permite ir oliendo los diferentes aromas que podemos encontrar en el vino. 

Sin darnos cuenta entramos al salón rojo; una recámara compuesta por dos grandes habitaciones tapizadas por terciopelo rojo en su totalidad. Se puede disfrutar previa reservación, o simplemente con la compra de una botella de vino puedes sentirte un verdadero sibarita por un rato. El tiempo apremia, así que nuestra anfitriona  nos lleva a una habitación con un gran mapa tridimensional de California. Apreciamos las montañas, los valles, las particularidades que hacen que sus vinos sean tan diferentes según su procedencia. Alrededor del mapa, están las diferentes regiones donde Raymond tiene viñedos, con una muestra de la tierra que lo compone, la misma que permite que sus vinos expresen su savoir faire.

Nuestra visita termina en la librería, una habitación forrada de columnas de vinos, con todas las añadas de su Cabernet Sauvignon desde su primera añada en 1974. Todo un sueño para cualquier enófilo.

California definitivamente es vino, es tierra, son experiencias como las de Raymond, que indudablemente no te dejan indiferente; y que días después escribiendo la crónica, todavía aparecen los aromas muy presentes. Porque el vino, en definitiva cuenta la tierra donde es plantado, pero indudablemente nos habla de las personas que lo elaboran y hacen que lo disfrutemos.

Texto y fotos: Sommelier Sandra Buch Barris

Sobre Sandra Buch: Originaria de la Ciudad de Girona, España. Egresada de la Universidad de Girona con especialidad de sommelier. Ha trabajado como sommelier en restaurantes. Actualmente es docente de programas de servicio y vinos para profesionales de la industria de hotelería, y reparte su tiempo en el área de venta de vinos importados.




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