Ramos Pinto
demuestra la maestría
en la elaboración
de vinos de Oporto




Por Martín Miretti
Instagram: @eldevinos


En el mundo del vino, a veces es necesario romper con la solemnidad para redescubrir lo extraordinario. Eso fue exactamente lo que sucedió en una luminosa jornada en Hermitage, donde un grupo de expertos y apasionados del vino tuvimos el privilegio de participar en una cata exclusiva de Ramos Pinto, la icónica bodega portuguesa de Oporto, con más de 140 años de historia.

El evento, liderado por Nuno Maia de la casa Ramos Pinto, nos llevó por un recorrido sensorial a través de algunas de sus etiquetas más representativas: desde el expresivo Lágrima (porto blanco), pasando por el clásico Tawny, hasta llegar a la codiciada trilogía de edades: 10, 20 y 30 años.

Pero lo que marcó realmente la diferencia fue el formato del evento: una experiencia diurna, sin rigidez, pensada para conocedores pero sin pretensiones, donde la calidad del vino se encontró con una puesta en escena fresca y accesible.







Fundada en 1880, la casa Ramos Pinto se ubica en pleno valle del Duero en dónde se dibujan las pendientes cubiertas de viñedos ofreciendo un paisaje inverosímil. Sus vinos de Oporto se elaboran exclusivamente a partir de las uvas de sus propias fincas: Bom Retiro, Urtiga, Bons Ares y Ervamoira lo que les permite supervisar cada etapa de la producción y aprovechar al máximo las particularidades de cada viñedo.

La filosofía de la bodega se basa en resaltar la elegancia y complejidad de la fruta, seleccionando cuidadosamente varietales autóctonos como Touriga Nacional, Tinta Roriz, Touriga Franca, Tinta Barroca y Tinto Cão y utilizando crianzas en madera que preservan la frescura del vino.

Cada bebida, Lágrima Tawny, 10, 20 y 30 años, ofrecen una gran riqueza en aromas que van desde frutas, especias y frutos secos hasta el de 30 años que ofrece una magnífica experiencia tanto al olfato como en paladar, demostrando la maestría de Ramos Pinto en la elaboración de estos vinos excepcionales.



Un maridaje relajado y bien pensado

El chef Jorge Téllez creó un menú casual, delicioso y perfectamente calibrado, compuesto por platillos servidos al centro, pensados para compartir y disfrutar sin estructuras formales. El ambiente invitaba a servirse uno mismo, probar un poco de todo, y maridar libremente con los portos en copa.

Lejos del protocolo tradicional de una cata técnica o una cena de pasos, esta propuesta buscó una conexión natural entre los vinos y la comida, permitiendo que cada asistente encontrara su propio ritmo de exploración. Y funcionó: la acidez, dulzura y complejidad de los portos brillaron aún más al acompañar platos que dialogaban con sus perfiles, sin forzarlos.

El mayor acierto fue mostrar que estos vinos de herencia clásica y compleja —como el 20 o el 30 años, verdaderas joyas de bodega. 

Una experiencia que, sin duda, dejó huella en quienes estuvimos ahí. Y que nos recordó que la grandeza de un vino también se mide por su capacidad de hacernos sentir cómodos, curiosos y, sobre todo, conectados.




Sobre Martin Miretti: Originario de México, egresado del programa de Relaciones Internacionales por el ITAM y MBA por el ITESM. Egresado del programa de Sommelier Profesional por la AMS y certificado por el WSET. Ha trabajado como sommelier, director de A&B y Gerente General de hoteles y restaurantes. Ha desarrollado eventos, festivales gastronómicos y proyectos de desarrollo rural basados en la cultura gastronómica. Amante por los sabores y por convertir catas y aventuras culinarias en entretenidos viajes por la vida.

Instagram: @eldevinos



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