Pasión, amor y lealtad a los territorios
dan las mejores uvas
para los mejores vinos


Por Sommelier Mónica H. Ferriz

Instagram: circulovinez


Pensar en Argentina, es pensar en el asado, en Borges y Messi, Mafalda y el tango, pero en realidad aquella tierra del fútbol y los buenos cortes de carne tiene mucho más que contarnos.

Con una historia por demás interesante, cultura y gastronomía vastísimas, paisajes que parecen salidos de una película de ciencia ficción, acompañados con la arquitectura de su capital, que nos transporta en el tiempo: elegante, cosmopolita y matizada con pinceladas sigilosas, es un país que parece acariciar el fin del mundo alumbrándolo con infinitas posibilidades, creatividad, talento, pasión, amor por la tierra -que le brinda los más espléndidos frutos-, y una hospitalidad por demás cálida y generosa.

La Malbec, su cepa emblemática, ha puesto a Argentina en el mapa vitivinícola del mundo. Si bien es considerada la varietal que mejor se expresa en suelo argentino, lo cierto es que la gran diversidad de suelos y microclimas que existen en todo el territorio gaucho ofrece la oportunidad de acobijar y desarrollar con gran éxito distintas variedades de uvas, óptimas para la elaboración de vinos de gran calidad y con personalidad única.

Pero, ¿qué es lo que hace tan especiales a los vinos argentinos? 

En mi reciente visita a los viñedos de tan maravilloso país, pude observar como factores en común:  pasión, amor y la lealtad de los argentinos a su tierra, el compromiso de mejorar técnicas y procesos cuidando siempre causar el menor impacto al medio ambiente y la calidad del resultado; la singular chispa creativa que poseen los enólogos plasmada en sus obras de arte líquidas, buscando respetar en todo momento el lenguaje y mensaje del terruño donde se desarrolla la vid, honrando con delicadeza, todos los elementos y herramientas que la misma naturaleza les brinda y les comparte para su realización.

Con su ubicación entre los paralelos 22º y 55º del hemisferio sur con respecto al Ecuador, posiciona al país dentro de la llamada Franja Internacional del Vino, situación geográfica considerada por demás benéfica para el cultivo de las vides.

Wines of Argentina (WofA), entidad que desde 1993 promueve la marca y la imagen país de los vinos argentinos por el mundo dando a conocer todas sus regiones productoras, nos menciona los siguientes factores naturales que hacen de la República Argentina un lugar privilegiado e incomparable para la creación de grandes vinos:

  • Suelo. Con sus 2,791,810 km2 de superficie se coloca como el 8º país más extenso del mundo, sus diferentes latitudes y longitudes, así como la majestuosa Cordillera de los Andes que acompaña a todo lo largo del país, lo visten de una pluralidad de suelos y microclimas, convirtiéndolas en tierras pobres en materia orgánica que son idóneas para que la vid de lo mejor de sí en su desarrollo.
  • Altura. Argentina es el único país que incluye la altitud como una característica distintiva y factor clave de su terroir al funcionar como regulador de la temperatura, lo que la hace poseedora de los viñedos más altos del mundo con 3,300 msnm en el Valle de Calchaquíes, provincia de Salta.
  • Clima. La mayoría de los viñedos se encuentran en zonas muy áridas, secas y de mucho sol, por lo que la amplitud térmica entre el día y la noche es muy extensa, proporcionando cualidades y características particulares al vino, así como una sanidad natural en las plantas al no exponerlas a las enfermedades típicas provocadas por la humedad, lo que favorece a la producción de vinos orgánicos.
  • Agua. En el caso de los viñedos cercanos a las montañas, éstos se riegan con el agua del deshielo, lo que significa una pureza inigualable. Sin embargo, en algunas zonas se sufre por este vital líquido, así que su uso racional y responsable es fundamental para la supervivencia de los viñedos, por lo que muchas bodegas buscan mejorar constantemente sus sistemas de riego, mientras que otras se enfocan en la sustentabilidad del agua.










Los productores argentinos coinciden con el objetivo de elaborar vinos de gran calidad que destaquen la expresión más genuina de la fruta, siendo muy perseverantes y entusiastas en resaltar los aromas y sabores que cada varietal aporta a la sublime bebida y otorgar la mejor de las experiencias en cada sorbo.

La industria vitivinícola del país se está redefiniendo en la forma de vinificar y de mostrarse al mundo, logrando un extraordinario equilibrio entre la forma tradicional de hacer vino y técnicas tanto vanguardistas como modernas, que desarrollen una “verdadera identidad nacional” aunado a la exploración de nuevas y extremas tierras sin igual, como lo es La Patagonia, para asombrarnos con sus vinos de sorprendente elegancia y ese toque de misterio que se queda para siempre en la memoria y el paladar.

Los vinos argentinos son únicos, atrevidos y sumamente cautivadores, quebrantadores de esquemas y seductores cuál libro que te engancha desde la primera página, esperando con vehemencia el siguiente capítulo. Estos magníficos vinos deben vivirse desde la copa del asombro, la altura que les da origen, la pasión y por supuesto el amor que contienen.

Argentina tiene todo para hacer vinos espectaculares y por eso lo está haciendo con clase, con clase mundial. ¡Salud!



Sobre sommelier Mónica H. Ferriz. Abogada de profesión, Sommelier por vocación, recolectora de amigos, aficionada a las risas y los buenos momentos. Siete años de experiencia en la organización de eventos y catas de vino. Egresada y certificada por la Academia de Asociación de Sommeliers Mexicanos, así como por Wines of Argentina. Fundadora de Círculo Vinez club de vino y ajedrez en Ciudad de México, espacio que promueve la cultura y amor por estos dos mundos fascinantes. Miembro de una familia de Maestros del deporte mental, fundadores de la Escuela Nacional de Ajedrez hace 50 años y del tan querido Club México.

Su amor por el vino, cuyos aromas la remontan a su niñez en las cabañas remotas del Parque Nacional La Marquesa cercano a la Ciudad de México, en donde su familia solía reunirse a jugar y a compartir el clásico queso, pan y vino, la llevaron a iniciar su formación como Sommelier con la intención de vivir la sublime bebida con consciencia, compartir conocimiento, experiencias, pero sobre todo las bondades, la pasión y el placer que genera una buena copa de vino, así como las historias de cada botella y las que se tejen alrededor de ella, promoviendo su cultura y consumo responsable.

Círculo Vinez: https://www.instagram.com/circulovinez/


Fotos: Mónica H. Ferriz



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