Hace 27 años la bodega mexicana Monte Xanic nació en Baja California con la visión de crear vinos de calidad excepcional. En constante evolución, sus vinos han sido galardonados en incontables concursos internacionales, tan sólo en el 2011 el portafolio de productos de Monte Xanic recibió 63 reconocimientos, siendo de esta forma una de las boegas con más premios en México.

A inicios del mes de marzo, esta bodega da un paso más en la búsqueda de la excelencia: después de una minuciosa auditoría practicada por SGS (Société Générale de Surveillance), empresa certificadora del ramo, revisó los procesos de producción y la implementación de los servicios ofrecidos en cada una de las áreas de la compañía y otorgó a Monte Xanic la certificación ISO 9001:2008 en sus procesos de cosecha de uva, producción y embarque de vinos de mesa y servicio de degustación.

"La certificación confirma el compromiso que Monte Xanic hace con sus consumidores de brindar al mercado vinos mexicanos de calidad mundial" informan los directivos de la empresa mexicana.

Hans Backhoff, Director General de Monte Xanic expresó su satisfacción por la importancia de éste logro. “Los vinos Monte Xanic son reconocidos constantemente por los expertos enólogos que otorgan premios internacionales año con año a nuestras etiquetas. La certificación ISO 9001:2008, confirma el compromiso de Monte Xanic de ofrecer a nuestros consumidores una calidad consistente en nuestros vinos. Quiero agradecer el esfuerzo y el compromiso de todo el equipo de trabajo de Monte Xanic. Nuestros vinos son el producto de su trabajo y su pasión”.

La norma ISO 9001:2008 tiene 8 cláusulas y cada una establece los requisitos que deben cumplir las áreas auditadas. Para obtener la certificación es necesario comprobar que los indicadores de cada proceso, así como los procedimientos para lograrlo, se cumplen al pie de la letra. Es decir, que los auditores se convierten en los abogados de los clientes al comprobar que lo que se está ofreciendo es un producto o servicio de calidad inobjetable.

Para la compañía, esta certificación le otorga las herramientas necesarias para la evolución y perfeccionamiento de sus procesos, colocándose en niveles de mayor competitividad y calidad.

Los procesos que fueron certificados fueron los siguientes:
Área de producción de uva.
Procesos de cultivo de la uva desde que se injerta hasta que se cosecha.
Proceso de producción de vino, desde que se recibe la uva hasta que se embotella.
Proceso de etiquetado y embarque.
Proceso de servicio de degustación: desde que se tiene una solicitud de visita hasta que el cliente se retira.

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Con información de Monte Xanic

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El menú es:
Alcachofa con vinagreta de cacao y trufa blanca
Sopa de tomates torrefactor y cacao
Camarones cacao sobre risotto
Cremoso al 45% cacao, chai y praliné

El 16 de marzo de 1994, cuatro jóvenes emprendedores tuvieron una idea alocada originada de un antojo: las tradicionales crepas francesas, las cuales prácticamente no se conocían en México.

Ahora, 20 años después, “La Crêperie de la Paix” sigue de pie de forma revitalizada con una carta mucho más amplia que con la que inicio y se ha convertido en parte de la historia y evolución de la colonia Condesa.

Este lugar fue el sueño de dos arquitectos, una publicista y una ingeniera en sistemas, quienes no tenían mucha noción del negocio restaurantero, pero sabían que el sabor de aquellas crepas bretonas que habían probado en Milán dejaría a los mexicanos boquiabiertos.

Con una carta inicial de diez crepas, jugo, té, café y refresco y en una esquina idílica en la calle de Michoacán, “La Crêperie de la Paix” vio la luz. Las recetas con las que comenzaron eran de la familia de alguno de ellos y las crepas eran servidas en cono en un local que inicialmente medía no más de 40 metros con bancos traídos de La Merced.

 Fue el slogan de “Jazz y crepas hacen un corazón contento” el que les dio la idea de bautizar a sus platillos con el nombre de algún músico de ese género. Así, poco a poco los mismos comensales fueron pidiendo más y más platillos hasta obtener un crecimiento orgánico con una carta de un bistro hecho y derecho y con las crepas como eje principal del lugar.

A 20 años de distancia, se mantienen los mismos fundadores quienes continúan igual de involucrados que el día 1. Cada detalle de la crepería es supervisado para no perder la esencia que los hizo únicos en el panorama gastronómico de la Ciudad de México.

Las crepas favoritas de los mexicanos son: la crepe bechamel Miles Davis (pollo, champiñón y salsa bechamel al estragón, la Jarret Aux Rajas (rajas poblanas, elotitos tiernos y crema), la Billy Holliday Nutella Babe Crepe (la clásica de nutella) y la Blue París (blueberry con queso crema).

Así, “La Crêperie de la Paix” busca ser ese espacio nutritivo para la gente en todos los niveles, no nada más que la crepa sea de calidad sino que su acompañamiento sea nutritivo y origine  una conversación con la amiga, novia, amigos, etc.; que la relación se compenetre. Es, a decir de los fundadores, “un pequeño santuario para que todos estemos relajados y encontremos un poco de alegría”.

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